DENSIDAD LÓGICA

NADA CAMBIÓ, CAMBIA O CAMBIARÁ, PUES LA TECONOLOGÍA NO TRAE CONSIGO LA CULTURA, SÓLO ES UN JUGUETE NUEVO ESTRENADO POR EL GUATÓN PESAO DE LA POBLA...

21-07-2009

el oceáno en la imaginación rusa

Ivan Aivazovski, the ninth wave, 1850




George Dmitriev, moon and sea, 2005

14-07-2006

La máquina




Suceso relatado en unas hojas de cuaderno ajadas. autor: desconocido. Curicó. Hallado el 4 de agosto de 1989.

“Ya había ganao lo suficiente como pa retirarme a tiempo, evitando cualquier desaliño o desgracia, pero el Cachamelojo no dejaha parar el juego, ahora porque la suerte me seguía desde hace dos días y noches enteras, lo que apostaha lo ganaha, ahora porque los demás cabrioles que apostahan no permitían retiros intempestihos, el lumpen y lo sajones de la chunga, tohos jugahan igual, incluso los mismos pacos en las comisarias, no se permitía que un jugaor anduhiera con tanta soltura. En el monte no hay que suhestimar a nahie, pero tampoco se puehe permitir menosprecio o actitues de sobraha gallardía, al adulón es fijo que el paño se le raja.

Estaha de caja, tenía al frente a cuatro turbaos e iracundos jugaores [1]. Luego del corte, exhibí las cartas. En la primera, cinco de espada y siete de oro. Tres jugaores apostaron al cinco, cada uno tres mil pesos, pese a que el tope era dos mil. No reclamé porque iha ganando y sólo dos de los presentes eran yuntas. Si perdía yo, pagaha nuehe mil, y mis ganancias en dos días era veinte mil. No pohía limitar la apuesta sino cuando estuhiera desbancao. En la segunda ronda de cartas, dos y rey. Tohos apostaron al dos, en total doce mil. Si perdía, ya estaha en déficit y tenía que entregar la caja, pero ahí el juego pohía terminar, a menos que uno de los ganaores se animara a continuar recihiendo apuestas. Las reglas del monte son sencillas, cualquier alteración puehen llevar a una onda rara, pero puehe un jugador, con la venia que le permite su ferocidad, imponer una regla o alterar una ya en juego. El Perca me dijo que barajara de nueho, pero ya se había jugaho. Me negué con propiedad, mostrando ira exageraha, si a las finales ya estaha jugao. El Cachamelojo y el Chafa apoyahan al Perca. Volví a negarme, apoyaho por mis cumpas. El juego era uno y lo demás era alterar lo que ya se había jugao.

‑ Tenís que barajal de nueo, somoh mayoría.

‑ Si poh, si ya te dijimoh ya poh.

‑ Revuelve no mah camote, mira que...

‑ Tranquilos muñecos, o hasta aquí llega el juego ‑respondí con un tono burlón, pero accediendo, de puro timao por los pungas.

Estaha recogiendo los naipes, de repente un cuchillo cortó mi muñeca izquierda. Luego, era un caos. El Perca tomó el dinero apostao mientras otro corte llegaha por mi tetilla derecha, otro al abdomen y uno por el lado izquierdo de la cara, causaos todos por el Guaina. Hahía tres puntas listas pa quitarme mis utilidaes y todo con lo que anduviera en los bolsillos, y en el cuerpo, y en la vida.

De pronto un ruího fuerte de matón, y luego otro, y otro. El silencio posterior corría por las venas con terror, un atónito gemiho parecía agonizar. El Huaso, fiel amigo y furtío baleaor, hahía desfundao la Magnum pa llevarse la mundilla existencia del Perca y el Guaina. Tohos estahamos alteraos, pero el Huaso se limitó a ser el vengaor, registró y recogió toho el money que hahía, salvo el mío. Mientras tanto, en el suelo de barro, tirahas las dos víctimas, uno en silencio, el otro jadeando. Los otros tres, obligados a desarmarse. El Cuchilla, el segundo de mis amigos, preparaha el escarnio a la sublehación. Yo tenía una hemorragia que me hizo sentir pahor, pero la certeza de mis amigos me daha bríos y fuerza pa'l dolor. El dueño de casa, el Tránsito Faúndez -no participaba del juego, pero debían darle el 15 por ciento de las utilidades quienes ganaran- sólo se limitó a funar.

‑ Lo único que les voy a pedirles es que saquen a estos güeones de mi casa y aquí no ha pasao naha. Si hay algún muerto, que los sapos quehen igual.

Luego de esa primera incursión violenta que tuho mi vida, desaparecieron cinco loquitos, a quienes nadie reclamó, ni lloró, ni denunció. Era época de Pinochet. Se queharon en las cifras de los miserables, sólo se investiga cuando se trata de gente bien. La policía mantenían interés en los revoltosos marxistas‑leninistas, en los trahajadores y dirigentes antes que en un par de macaflopis. Transcurrios un año y tres meses de este incihente, existía una denuncia presentaha ante el Segundo Juzgado del Crimen de esta ciudad, por presunta desgracia de Johnatan Erwin Caviedes Callupi, más conocido como El Perca. A la fecha que escribo esta confesión, no he sabío de diligencia alguna que permita dar con su parahero."


[1]

El Monte se juega contra quien reparte que es al mismo tiempo "caja", quien debe, después de barajar los naipes, exponer dos cartas, debiendo apostarse a una de ellas. Se repite la misma operación, para una segunda vuelta dentro del mismo juego, de la cual se puede prescindir cuando son pocos los jugadores. Luego se da vuelta la baraja que se sostiene en la mano, siendo ganador aquel en cuyo favor aparezca primero la carta de el jugador o de la caja.

04-07-2006

ya va a comenzar




Escuelita de La Higuera, Vallegrande, Santa Cruz de La Sierra, Bolivia, lugar donde asesinaron al Che Guevara.





La miseria humana, una mirada retrospectiva...



El Ojo del Inca, Potosí, Bolivia, aguas azufradas que recuerdan la nobleza de ser Indígena



Jovenes de 13 y 15 años mineros, Cerro Rico, Potosí, Bolivia




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Absolutamente todo cambia a cada segundo, salvo la miseria humana.